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Otoño frío y caliente

El Otoño es la estación en la que vuelve el frío.

Si bien es la natural evolución del tiempo, no lo es en lo que respecta a nuestra sociedad, de ahí el término acuñado de “otoño caliente”, para reflejar situaciones de conflictividad en ésta estación del año.

Está más que demostrado que el fenómeno del cambio climático es por culpa de la acción humana y, su desarrollo económico a lo largo de los últimos 300 años, basado en el consumo masivo de las energías fósiles (carbón, petróleo y gas).

Sabemos que existen simulaciones a futuro de lo que puede suceder si se dan determinadas circunstancias, tanto en el plano climático, como social.

Para eso están los big data (centros de supercomputación).

Y, como no, para generar corrientes de pensamiento, escala de valores, nuevos dogmas, marketing político e institucional, control de los medios de comunicación, … que nos hacen tomar posiciones de respeto, obediencia y credulidad ante el poder establecido y sus órganos de control y manipulación.

El fenómeno del “Otoño caliente” no es un hecho científico, es una consecuencia más de la relación actual entre trabajo y capital. Por mucho que la doctrina oficial del sistema capitalista desvíe la atención sobre el factor trabajo, con la implementación de la robótica, los “nuevos empleos” a tiempo parcial, fomento de los autónomos, teletrabajo, etc el trabajo asalariado no se elimina, se transforma, incluso da prestigio a quienes se creen con empleos privilegiados, hasta que los despiden.

Va desapareciendo papá Estado, gracias a la presión neoliberal y, nos topamos con la realidad del capitalismo salvaje.

Como respuesta a su agresión, aparece una conflictividad laboral y social, que en medio de una pandemia, un nuevo ciclo de crisis económica (cada vez más cortos e intensos), un ajetreado momento político e institucional, todo ello aderezado por una corrupción que perturba la vida pública, confirma que el índice de malestar es elevado y la desconfianza en los gestores públicos se extiende.

La huelga del metal en Cádiz, Alcoa en Lugo, la crisis en las fábricas del automóvil e industrias auxiliares, despidos masivos en la banca, la inestabilidad laboral en la administración pública, … es la consecuencia, ni más ni menos, de unos niveles de explotación que hace años no podíamos imaginar.

En fin, se mire, por donde se mire, un Otoño más caliente de lo que le gustaría a la bolsa, la CEOE y el gobierno.

El exceso de confianza sin realismo, es lo que tiene.

Siempre nos quedará la Constitución del 78, aunque sin PAN, TECHO y TRABAJO es un papel mojado y una venta de humo que no sirve para nada a la clase trabajadora.

Federico Solano Diaz

Castelldefels (BARCELONA)

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