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La mayor huelga del transporte británico en 30 años

Directivos de la Red Ferroviaria y de las compañías que operan las líneas mantendrán negociaciones este miércoles para que no se repitan las huelgas, que provocaron el martes la paralización del 80% de servicios, trastornos a millones de pasajeros diarios y daños a otros sectores económicos. Los sindicatos la describen como la mayor huelga en tres décadas y, en principio, seguirá este jueves y el sábado.

La huelga del martes añadió a la protesta a los empleados del metro de Londres, que causó también trastornos. La colas en las paradas de autobús fueron muy largas en los barrios más poblados, el tráfico por carretera aumentó notablemente. El primer ministro, Boris Johnson, ha amenazado con contratar a trabajadores de agencias para sustituir a los huelguistas, pero es improbable que lo haga.

El Gobierno, que responde en última instancia a las carencias financieras de la red nacional del ferrocarril, privatizada en la mitad de la década de los noventa, quiere eliminar las oficinas de expedición de billetes, cambiar la manera en la que trabajan empleados en la red de infraestructuras y en los trenes, reducir personal. El sindicato convocante de la huelga, RMT, la justifica en la defensa de puestos de trabajo, condiciones laborales y salarios.

El último aspecto ha provocado la mayor atención del público, porque entra de ello en el dilema de una economía británica que iba a basarse en altas capacitaciones y altos salarios- según la promesa de Johnson en el ‘brexit’- y cuya realidad es ahora la de una aceleración de los precios- 9% interanual en abril y con pronóstico de alcanzar un 11% en otoño- ,acompañada por aumentos menores de los salarios.

Largo plazo

Los sindicalistas afirman que la oferta de los directivos del sector del ferrocarril es un aumento del 2%. Ellos habrían pedido 7%. Reprochan al Gobierno una supuesta ocultación detrás de directivos de empresas que son propiedad del Gobierno o, en el caso de las franquicias que operan las líneas, son controladas financieramente por el Ministerio de Transportes tras el colapso del número de pasajeros en la pandemia.

En el metro de Londres, esencial para la vida económica de la capital, el sindicato RMT se queja de falta de financiación pública. En 2018, el Gobierno conservador dejó de financiar la red londinense de transporte público. Durante la pandemia, el ministro de Transportes, Grant Shaaps, y el alcalde, Sadiq Khan, negociaron paquetes de rescate, condicionados por Shapps con reformas y recortes.

La huelga de RMT, un sindicato singularmente combativo y también uno de los pocos que apoyó el ‘brexit’, causa temor en un banco central cuyo gobernador, Andrew Bailey, destacó en el debate especulativo de 2021 por rechazar la posibilidad de una inflación alta y sostenida, y ha llamado ahora la atención a los empleados para que no pidan subidas de salarios al nivel de los precios, porque agravaría el problema.

Si los empleados del ferrocarril guiados por el sindicato RMT han marcado un hito por la dimensión de los efectos de la huelga, otras voces sindicales apuntan en los medios que esta pueda ser la primera de una serie de paros de empleados del sector público, como los enseñantes o los empleados del Servicio Nacional de Salud. En el Parlameno se ha dicho que, en algunos hospitales, hay bancos de comida para el personal.

El pronóstico de la OCDE es que el Reino Unido será el país del G20 con menor crecimiento el próximo año. No se descarta una recesión, aunque sea meramente técnica, porque está cayendo el consumo de las familias. Y el Gobierno de Johnson es criticado por directivos del sector de manufacturas o del mismo ferrocarril por no articular políticas de largo plazo.