Los malos tiempos de hoy contrastan con la historia de Detroit como un centro industrial y cultural próspero. Durante las épocas de escasez de fuerza de trabajo en la Segunda Guerra Mundial, los negros migraron a Detroit y a otras ciudades del norte buscando empleo estable y buenos salarios en la industria, así como alivio de las leyes segregacionistas del sur.
En los 60′, Detroit alcanzó fama mundial como la cuna de artistas de la talla de Gladys Knight y Michael Jackson. A Detroti tuvo que ir a refugiarse al activista por los derechos civile Rosa Park, iudad donde está enterrada.

Hoy, varios barrios de Detroit parecen zonas de guerra, con cuadras enteras de casas abandonadas. Mientras los pobres son echados del centro de la ciudad, millones de dólares se gastaron para convertirlo en el campo de juegos de los millonarios y los turistas. Los empleos en la industria automotriz se han secado gracias a la robotización y a la deslocalización de la industria a países con salarios más bajos. El presidente Obama ayudó a la General Motors y la Chrysler a cortar los salarios, empleos y a eliminar el derecho a huelga como condición para obtener dinero de los rescates federales. Las tres grandes compañías automovilísitcas están haciendo dinero como nunca, pero los obreros que las hicieron ricas están en la miseria.
Cuando se tronó la burbuja inmobiliaria, Detroit sufrió una de las tasas de expulsiones hipotecarias más altas de Estados Unidos gracias a criterios de préstamos racistas y depredadores. Ahora, los bancos que desahuciaron a los pobres no están pagando los impuestos a la propiedad de las casas con las que se quedaron. Esto empobrece a la ciudad todavía más, pero Orr no ha mostrado ningún interés en castigar a los criminales bancarios.
Un legado de lucha.

Cadillac en Detroit para protestar por sus despidos.
El racismo, los políticos ladrones y la penuria no son nuevos a los habitantes de Detroit. Tampoco lo es su disposición para la lucha. En la década de los 30′, Michigan ayudó a nacer al movimiento sindical americano con ocupaciones de fábricas y huelgas, en respuesta a brutales condiciones de trabajo. Los sindicatos industriales que nacieron de esta lucha representaron un enorme paso adelante para todos los trabajadores. Cuando los negros se ganaron un lugar en la industria en la década de los 40′, les fueron asignados los trabajos más difíciles y sucios, y eran los primeros despedidos. Mientras que la alguna vez militante Unión de Trabajadores Automovilísticos (UTA) estaba contra el racismo de boca para afuera, la UTA ignoraba la discriminación hacia sus miembros de color. En los 60′ el racismo y las terribles condiciones hicieron estallar un movimiento sindicalista revolucionario dirigido por trabajadores negros. Huelgas salvajes, protestas masivas de la comunidad y ocupaciones de fábricas tuvieron lugar en toda la metrópoli de Detroit.
El espíritu revolucionario sobrevive en sindicatos como el de los Empleados del Estado, Condado y Municipio (AFSCME, por sus siglas en inglés) Local 207, que representa a los trabajadores de los servicios públicos. En el 2009, el sindicato llamó a una huelga apoyada por la comunidad para salvar a Detroit, y declaró: “¡Cero confianza en los políticos! Para ganar debemos construir nuestra lucha independientemente.” Al mismo tiempo, las organizaciones de la comunidad también están subiendo la temperatura de la lucha contra el gobierno. “¡Moratoria ahora!”, una organización de Detroit, llama a demorar el pago de la deuda de la ciudad, y por “acciones de unidad masivas para impedir el gobierno de los administradores de emergencia”.
Un faro de esperanza.
Hoy, Detroit pone de relieve algunos de los asuntos más importantes para la clase obrera americana, especialmente sus miembros más explotados. Esto incluye la reducción brutal de los salarios, la robotización de la industria y el desempleo consecuente, y la privatización de la riqueza pública. Pero la crisis también presenta una enorme oportunidad para los trabajadores. Como la historia mostró en los 30′, una chispa puede provocar un incendio. El Local 207 del sindicato nos dice cómo: “Para ir más allá de las luchas simbólicas, y pelear para ganar, necesitamos asambleas políticas de la base de todos los sindicatos que se puedan coordinar, aprender de cada uno y construir acciones directas de masas, incluyendo huelgas. Al pelear contra el racismo, contra las palizas a inmigrantes y el ataque a los derechos de la mujeres, los sindicatos pueden unir a todos aquéllos afectados por las políticas de la extrema derecha. No podremos ganar si nos limitamos a las elecciones y a las cortes -¡PERO SÍ ES POSIBLE GANAR!”