Categorías
Música

Redskins: Música y huelgas obreras

Por primera vez, London Records reedita el álbum debut de 1986, y único álbum de estudio, de Redskins, Neither Washington Nor Moscow, en vinilo y 4CD Boxset.

La reedición viene completa con nuevas notas de portada del bajista de los Redskins, Martin Hewes, y la caja del CD incluye un folleto de 68 páginas con notas del baterista de Hewes y los Redskins Paul Hookham (quien reemplazó al baterista original Nick King en 1985) y contemporáneos de renombre como Billy Bragg. y Paul Morley.Redskins se formó en York en 1982 por Chris Dean (voz / guitarra), Martin Hewes (bajo / coros) y Nick King (batería), con la ambición de “cantar como The Supremes y caminar como The Clash”. Dean y Hewes eran miembros del Partido Socialista de los Trabajadores y la política guiaba la música creada por Redskins, sus canciones conmovedoras rebosantes de pasión justa. Se lanzaron seis pistas de Ni Washington ni Moscú como sencillos, incluido el único Top 40 de la banda, “Bring It Down! (This Insane Thing) ”y el profético“ Derriba las estatuas ”. Los Redskins se separaron a fines de 1986, dejando un legado e influencia que se extiende mucho más allá de su corta carrera discográfica.

En los primeros conciertos de Redskins, Paul Weller les propuso grabar para su sello, Respond Records, algo que terminaron declinando para debutar en otro sello militante: CNT Productions. Esta pequeña discográfica de Leeds, dirigida por Jon Langford, que fue componente de grupos como los The Mekons o los Three Johns.
No hay nada más que echar un vistazo al logotipo de CNT la influencia que el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo tuvo sobre su nombre. A lo que hay que añadir que la gran mayoría de las bandas que grabaron para CNT Productions destacaban por su vertiente política: Newton NeuroticsThe ExThe Mekons o los propios Redskins.

Redskins, la banda que se opuso al neoliberalismo de Inglaterra y Estados Unidos, así como también a la burocracia estalinista en Rusia.

Ciudad de York, 1982. Mientras el movimiento skinhead se polarizaba, tres jóvenes británicos se oponían a la política neoliberal de Inglaterra y Estados Unidos pero, al mismo tiempo, no se tragaban el discurso de la burocracia estalinista en Rusia.

En plena emergencia del neoliberalismo, dentro de una de las fortalezas más fuertes del imperialismo, nacía una banda que combinaba un sonido innovador y refrescante con influencias del soul, el rockabilly, el punk rock y un compromiso fuerte por el socialismo revolucionario. Aunque con el tiempo tendrían algunos cambios de formación, incluyendo luego a Paul Hookman en batería y a otros artistas como Kevin Robinson, Ray Carless y Trevor Edwards que participarían tanto en sus canciones de estudio como en shows en vivo con los vientos; Chris Dean, Martin Hewes y Nick King, conocidos primero como los “No-Swastikas” y luego finalmente como “Redskins”, subían al escenario a dejar de lado las canciones románticas de la cultura de masas y a denunciar lo que pasaba en las calles de Inglaterra y el mundo.

En la década de 1980, la crisis económica producto de la crisis del petróleo en los años 70 golpeaba duro, aumentaban los precios del combustible, los índices inflacionarios, se empezaban a implementar políticas de austeridad y recortes del gasto público, a su vez, subía la desocupación y la pobreza y se agudizaba la violencia policial contra la población negra y el racismo. Sin embargo, tras el triunfo de la guerra de Malvinas (avanzada colonialista que contaba con el apoyo de los Estados Unidos y la dictadura de Pinochet contra la dictadura militar Argentina) logra un apoyo para avanzar con las privatizaciones de las empresas estatales, la desregularización financiera y atacar directamente a las conquistas obreras.

Es en este contexto que el National Front, partido de derecha conservadora, intenta aprovechar el descontento social dándole una salida ultranacionalista, para lo cual halla auditorio en franjas de la juventud trabajadora, en parte desempleada, quienes resultaron en buena parte ser skinheads.

Es así, que para principios de los años 80 el hooliganismo era un actor imposible de ignorar para la sociedad inglesa (como primera expresión emergente en Inglaterra en el Mundial de 1966) y resulta ser uno de los sectores más fructíferos para formar parte de las fuerzas de choque de la derecha organizada ya que gran parte de la juventud trabajadora se encontraba en las canchas de equipos como Liverpool, el Arsenal o el Chelsea. Si bien no todos los hooligans eran skins, aparecían acá muchos de estos últimos, dada su afición al fútbol (afición compartida por gran número de la población inglesa, vale decirlo).

Otra forma de captación era el reclutamiento a partir de fomentar económicamente bandas como los “Brutal attack” o “Skredriver” donde su cantante Ian Stuart comenzaba a dar discursos a favor del National Front en sus recitales y así influenciar, al igual que con las letras de sus canciones, el racismo y las ideas fascistas.

Sin embargo, para Redskins la salida no eran ni Thatcher, ni Reagan ni Gorbachov. Mucho menos la svastika o la bandera roja y blanca. No por nada uno de los más importantes álbumes de estos muchachos se llamó “Ni Washington ni Moscú”.

“Solidarity forever”: del underground a las minas

Redskins no sólo lograba salir del sonido en el que se había visto estancada la música en los últimos años (punk crudo con reminiscencias de heavy en detrimento de sus raíces de reggae, soul y ska), sino que lejos de ser una pose, dieron muestra de lo que podía volverse el movimiento skinhead: a mediados de la década del 80 estuvieron en primera línea junto a otros músicos y artistas (y quizá hasta fueron los más comprometidos) apoyando la lucha de los mineros contra el Estado. “Solidarity forever, because the union makes us strong” (“Solidaridad por siempre, porque la unión nos hace fuertes”) dice la clásica canción de lucha, y bajo esta máxima la banda no se cansó de tocar destinando lo recaudado a que la huelga minera no se quiebre por hambre o falta recursos. Según George Marshall nadie hizo más recitales a beneficio por las luchas obreras, particularmente durante la huelga de los mineros.

Ante una cadena de cierres de minas que ascendió a veinte, los trabajadores mineros de todo el país entraron en huelga indefinida durante meses, haciendo temblar a Thatcher y a empresarios por igual, al punto de que la primera ministra no le alcanzó con la policía para su política de represión hacia los mineros y la reforzó con destacamentos militares. Esta histórica huelga sería derrotada por el papel que jugó la burocracia sindical y, en consecuencia, le permitió al gobierno reforzar sus políticas neoliberales, con privatizaciones por un lado y una reaccionaria reforma laboral por otro, que coartaba los derechos laborales como las huelgas en solidaridad (de ahí en adelante se votaría por correo, anulando las asambleas), medidas que posteriores gobiernos “laboristas” mantuvieron.

La banda se esmeró en esto tanto como otros artistas e incluso otros sectores, que sin ser trabajadores mineros, o sin pertenecer a la clase trabajadora estrictamente, mostraron un ferviente apoyo por esta lucha histórica, que significaba plantarse frente a un gobierno que quería pasar por arriba a los sectores menos privilegiados. Así también fue el caso de los estudiantes, o de la comunidad LGTTBI, como retrata la célebre película “Pride”, que cuenta la historia verídica de un grupo de activistas gay-lésbico que logró ver el enemigo común que compartían con los trabajadores en lucha, la avanzada neoliberal de Thatcher.

Nada de lentos románticos: “Go Get Organized!”

Los “tres de York” no eran indiferentes a estas cuestiones. En una entrevista realizada por Eva Kowalski en el ´86, afirman ser guiados por la situación política, sintiendo una responsabilidad no sólo para con su arte sino también con lo que pasaba alrededor suyo.

“Nosotros tratamos y cantamos acerca de cualquier cosa que estuviese en la actualidad política, el debate y en el momento en el que existía la confrontación entre el gobierno y la clase obrera. Nosotros no somos una banda pequeña que vive en nuestro pequeño mundo” afirma en la entrevista Chris Dean.

Si bien eran militantes del Socialist Workers Party (SWP) no se trataba para ellos de hacer propaganda partidaria, así, a secas y en el aire. Sí se puede decir, que como activistas, militantes y artistas comprometidos, ellos hallaban en su música un medio para las ideas y para problematizar la sociedad. Su público no era exclusivamente skin, sino que también asistían punks, o amantes del soul y el ska, juventud en general. Es así como en sus conciertos solían abundar no sólo puestos con sus producciones, también podían encontrarse publicaciones del SWP, de grupos de apoyo a los mineros como “Women Against Pit Closures” (agrupación feminista que también apoyó la lucha minera), incluso del “Labour Party”, al tiempo que entre canciones solían ceder el espacio a oradores para que hablaran sobre procesos de lucha.

“…Hay mucho glamour en el rock´n´roll. La gente lo que hace es mirarte, entonces teníamos muchos mineros que hablaban desde el escenario porque era mucho más importante lo que ellos podían decir que todas nuestras canciones. Es mucho más importante escuchar a alguien de una mina que a mí diciendo ´mañana todos ustedes deberían estar ahí, en la línea del piquete, deben organizarse así´. La gente diría ’quién mierda te crees que sos’, porque esto es un sermón, mientras que si esto viene de un minero, de un trabajador de la mina que está en huelga, alguien que tiene que estar abajo, que tiene que estar en la línea del piquete al día siguiente, es algo más…” cuenta Chris.

La convergencia de activistas en sus conciertos, así como sus posturas políticas, les valieron también enfrentamientos con el ala neonazi del movimiento skin, muchas veces a modo de boicot sistemático, dado que a pesar de no poder levantar sus conciertos, a la larga esto les ocasionaba problemas con los promotores, que al no considerarlos como una banda “rentable”, dejaban de darles fechas por ser “problemáticos”.

George Marshall relata que en Junio de 1984 en un festival organizado por el Greater London Council llamado “Jobs For a Change” los Redskins compartían escenario con Billy Bragg, Aswad y The Smiths, pero no llegaron a terminar su presentación. A mitad de Lean on me, una botella fue arrojada hacia la banda y alrededor de 50 skins del National Front y del Chelsea Headhunters coparon el escenario. En el caos un bajo terminó ensartado en un redoblante y se partieron unas cuantas cabezas y botellas, todo bajo el sonido del feedback y el griterío de los nazis. Los skins Anti-Nazi y los fans de los Redskins se plantaron para enfrentar al grupo de choque de derecha. Luego de este ataque siempre hubo una ligera atmósfera en sus recitales, especialmente en Londres, donde los skinheads Anti-Nazi a menudo se paraban en la puerta para identificar a cualquier skin de derecha que quisiera entrar.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

“Nos enfrentamos con ellos, sino lo haría la gente” dijo Chris refiriéndose al incidente, y también a los neonazis en general “El concepto erróneo ha sido siempre que todos los skins eran fachos, lo cual no es así. Si te fijas en la audiencia de los Specials, de los grupos 2-Tone, de los Madness, había muchos skinheads, muchos skins antiracistas, rojos y socialistas. (…) La mayoría de la juventud de la clase obrera no tiene ideas racistas arraigadas, más bien tienen fuertes ideas de derecha. Lo que quiero decir es que si consigues alimentar ideas fachas todo el tiempo, obviamente esto se refleja en la mentalidad de los jóvenes”.

El rojo sonido de la resistencia

Con canciones como “The power is yours” (El poder es tuyo) y “Go get organized” (“Andá a organizarte”) entre muchas otras, Redskins quería dejar en claro algo: les encantaba sonar y sonar bien, pero también agitar, y agitar fuerte teniendo la certeza que no iban a poder cambiar el mundo ellos solos:

“Mucha gente tiene grandes ideas sobre el punk. La gente tiene la romántica idea de que la música puede cambiar el mundo, y toda clase de ideas irrisorias y ridículas, como que la música en sí misma es poderosa, pero ésto no es así. Esto sólo ocurre cuando está ligada a la lucha política, como durante la huelga de los mineros, entonces es realmente cuando la música empieza a significar algo. (…) Porque al finalizar esa época tan punk, se vendieron discos y se hizo dinero, pero todo esto se quedó como en el aire, sin estar ligado a nada. Mira en Gran Bretaña este período, excepto entre los años 1976 y 1978, y como se puede ver, el nivel de lucha política era mínimo, el nivel de lucha con las empresas era mínimo. Tenías música que funcionaba en el más completo vacío”.

Sin embargo, estos tres muchachos sabían que podía hacerse algo (“It can be done” llamaron al cuarto track de su LP “Neither Washington nor Moscow”), y aunque la banda se haya disuelto en 1987, dejaron en claro que el arte no está necesariamente alejado de la política, mucho menos de lo ideológico, y tomaron un camino ya transitado por otros como Woody Guthrie, Bob Dylan, Joan Baez o Country Joe McDonald y que años después se vería reflejado en bandas como Rage Against The Machine.

Los Skinheads rojos, con su sonido apoyando las causas de trabajadores, en la primera línea del piquete, escribieron una partecita de la historia de Inglaterra donde su arte y sus cuerpos estuvieron al servicio de la clase proletaria enfrentándose a la Dama de Hierro y a grupos fascistas organizados.

Mineros del carbón en pie de guerra

Si 1984 comenzó con buenas noticias profesionales para Redskins con su fichaje en Decca, la situación social en UK vivía unos momentos muy complicados. La victoria en la Guerra de las Malvinas favoreció la reelección del gobierno torie, lo que significaba una mala noticia para el movimiento obrero del Reino Unido. A finales de 1983 se superaron los 3 millones de desempleados, barrera de la que no se bajó hasta 1987; la inflación volvía a crecer hasta el 7% y el interés crediticio se situaba entorno al 16%. El país era un polvorín social y en las minas de carbón se iba a desatar la principal batalla de la working class británica durante la regencia de la Dama de Hierro.

La huelga que protagonizaron los mineros británicos del carbón entre 1984 y 1985 ha sido el conflicto laboral más largo en la historia del Reino Unido. En el libro The Enemy Within: The Secret War Against the Miners, el periodista Seumas Milne dijo sobre la huelga que «no tiene un paralelismo real, en cuanto a tamaño, duración e impacto, con cualquier otra en el mundo«. La huelga involucró a 142.000 mineros mientras que se calcula que en ella se perdieron 26.000.000 de jornadas laborables.

El detonante de la movilización residió en el anuncio por parte del National Coal Board (NCB) que iba a cerrar los 20 pozos menos rentables, lo que implicaba que 20.000 trabajadores iban a perder sus puestos de trabajo. La industria del carbón, desde que fue nacionalizada por Clement Attlee en 1947, dependía de un órgano gubernamental, NCB, a cuyo cargo estaba Ian MacGregor. Este industrial escocés ya había sido elegido por el gobierno de Margaret Thatcher para aplicar un programa de ajustes en el sector del aceroy desde unos meses antes al estallido del conflicto del carbón, también había sido puesto al frente de este sector para aplicar el plan de recortes que había trazado el gobierno tory, en cierta medida como venganza por la huelga de 1974 que acabó con el gobierno conservador de Edward Heath.

El 6 de marzo de 1984, NCB anunció que el acuerdo alcanzado después de la huelga de 1974 estaba obsoleto y que el gobierno iba a reducir sus ayudas al sector. En la práctica, la medida se iba a concretar en el cierre de 20 minas de carbón y una pérdida de 20.000 empleos. Muchas comunidades en el norte de Inglaterra, especialmente en la zona de Yorkshire, de donde procedían Redskins; Escocia y Gales perderían su principal fuente de empleo.

Antes del anuncio, especialmente en algunas minas de Yorkshire ya había algunos mineros en huelga, a quienes se les unieron 6.000 compañeros más el 5 de marzo de 1984, procedentes de los pozos de Cortonwood y Bullcliffe Wood, que estaban amenazados de cierre ya que sus reservas estaban casi agotadas. Una semana más tarde, casi la mitad de las minas había cesado su actividad . Para el 14 de marzo, 136.000 de los 175.000 mineros de Gran Bretaña estaban en huelga.

Solidaridad musical

La huelga de los mineros del carbón poco a poco fue extendiéndose a más del 80% del sector en el Reino Unido, pero con las movilizaciones también comenzó una camapaña de represión y desprestigio del colectivo minero. La represión estatal se hizo a todos los niveles.  El 30 de mayo fue detenido el líder sindical Arthur Scargill, debido a los disturbios sucedidos el 29 de mayo que arrojaron un balance de 82 detenidos y 62 heridos en los enfrentamientos entre 7.000 mineros y la policía de Thatcher.

Unos días más tarde, el 7 de junio, 10.000 mineros marcharon por Londres hasta el Parlamento, una manifestación que deparó 110 detenidos; y el 17 del mismo mes se produjo la denominada batalla de Orgreave, South Yorkshire, donde Scargill fue uno de los 123 heridos por la policía, que también arrestó a 90 manifestantes. Al principio del mes de julio, el balance numérico de la huelga minera según BBC era de «3.900 arrestos, dos muertos y 640 heridos en huelga. La policía gana hasta 400 libras por semana en horas extra«. La estimación fue de un gasto de 65 millones de libras en costes policiales tan sólo en los tres primeros meses de movilizaciones sindicales.

La lucha de los mineros del carbón comenzó a despertar simpatías a nivel social. Los músicos no iban a estar al margen de esta lucha y también iban a demostrar sus simpatías y solidaridad con los mineros del carbón. Solidaridad que iba a crecer gracias a la represión ejercida por el poder político. Una de estas iniciativas solidarias partió del dueño de la tienda de discos y promotor Simon Phillips. Estos espectáculos tenían la intención de recaudar dinero para complementar a los trabajadores y sus familias, así como crear conciencia sobre lo que estaba sucediendo en estas comunidades de trabajo. En estas actuaciones participaron bandas como The Pogues, The Newton NeuroticsCrass y Billy Bragg.

«Fue horrible. No sabíamos de dónde vendría la próxima hogaza de pan o vaso de leche, ni sabíamos cuándo tendríamos agua caliente», Stuart Taylorson, hijo de un minero, que tenía 9 años cuando huelga comenzó.

Steve Drewitt, vocalista y compositor de Newton Neurotics, afirma: «Desde el primer momento, nos habíamos convertido en anti-Thatcher, pero a medida que el polvo nos dejó ver ese cambio en el equilibrio político, empezamos a darnos cuenta de lo que eso significaba para las personas y nosotros comenzamos a ser más políticos. Nos involucramos realmente haciendo conciertos benéficos para apoyar a los mineros y las esposas de los mineros. Ayudamos a recaudar dinero para que pudieran permanecer en huelga. Esa era nuestra manera de hacer algo significativo en la lucha contra el thatcherismo«.

Estos conciertos en beneficio de los mineros y sus familias no sólo pretendían la recogida de fondos y alimentos, también crear una conciencia de clase dentro de la juventud británica.  Estos eventos fueron los encargados de presentar a una generación de fans de la música una perspectiva alternativa de lo que estaba sucediendo en el país. Bragg se inspiraría más tarde para formar Red Wedge. Este fue un movimiento político que buscó expulsar a Thatcher en las elecciones generales de 1987 a favor del candidato laborista Neil Kinnock. Red Wedge utilizaría técnicas muy similares para difundir su mensaje.

Una de las bandas que más se implicaron en la lucha minera fue Redskins, tanto por conciencia de clase como por cercanía, ya que ellos procedían de Yorkshire, una de  las zonas más afectadas por los planes de Thatcher para la minería británica. El trío supo llevar la política a las pistas de baile del Reino Unido, sin embargo, a pesar del alto calado social de sus letras, no usaban sus conciertos para hacer propaganda política salvo cuando la huelga minera de 1984 y 1985. 

«El momento en que más sucedió en nuestros conciertos fue durante la huelga de los mineros. Había puestos para los grupos de apoyo a los mineros,  de la Asociación de Mujeres Contra el Cierre de los Pozos, el SWP tenía un puesto, había repartidores de periódicos y publicaciones de trabajadores socialistas. Todo el ambiente era correcto y funcionó, no fue algo extraño de hacer. Podrías hacerlo ahora y parecería excesivo. Si tuviéramos gente tratando de reclutar a personas para el SWP sería terrible, la gente sería rechazada. En el medio de la huelga de mineros, podrías tener todo esto, era absolutamente correcto. Todo era parte de eso, todas las discusiones a su alrededor, los mineros hablando en el escenario«, explicó en 1986 Chris Dean.

l final de la huelga minera tuvo dos consecuencias para Redskins. La primera de ellas fue la desvinculación total del movimiento Red Wedge, ya que al surgir de la órbita del Partido Laborista consideraban que estaba viciado, pero también tuvo una repercusión en la gente que acudía a sus conciertos, a pesar de la buena acogida a nivel de ventas que tuvo «Bring It Down!«. «Hemos tenido un poco de crisis después de la huelga de mineros, ya que vimos caer el número de asistentes de los conciertos. Miles durante la huelga y ahora 500-600. También hubo algunos problemas con la promoción que hizo el sello, pero parte de la culpa la tuvo el final de la huelga«, explicó Dean. 

Sin embargo, el líder de Redskins fue un paso más allá en sus reflexiones sobre la pérdida de audiencia y su posicionamiento político. «Durante la huelga de un año, nunca pensé «¿qué estamos haciendo?». Era obvio, ahora eso es diferente. Es lo que sucede cuando la cultura se separa de la lucha, físicamente o por derrota, escritores, pintores, como el escritor alemán Bertolt Brecht que fue expulsado por Hitler, todos tuvieron que lidiar con ese problema. Ese es el problema que tuvo The Clash. The Clash sinceramente creía que harían mucho por su cuenta. Estaban completamente ciegos a la realidad, a lo que estaba sucediendo en 1977«

«Si preguntas a la gente lo que pasó en 1977, nadie puede recordar nada más que el punk, eso es todo lo que puedo recordar, todo lo que puedo pensar. Mientras que en 1979 recuerdo la gran huelga de acero, un montón de huelgas de ingeniería, huelgas en la industria del automóvil. 1984 es el año de la huelga de los mineros, los muelles, el ferrocarril, todo tipo de lucha. ¡En 1977 no estaba pasando nada y, sin embargo, la música que The Clash estaba haciendo que pareciera que estábamos en medio de una revolución sangrienta! Fue genial, sonó como una revolución, pero no significó nada. Al final, el punk solo usaba imperdibles. Mucha gente lo intentó, como Mark Perry, Buzzcocks, The Gang Of Four. No fue por falta de intentos sino que era solo una moda pasajera. No estaba relacionado con la lucha y mucha gente simplemente se dejó llevar por ella. Muchos amigos míos pensaron que este era el final de la industria discográfica«, explicó Chris Dean. 

En noviembre, la banda organizó una gira de 12 citas contra el apartheid y planeó lanzar simultáneamente «Kick Over The Statues!«, como acto benéfico para la recaudación de fondos. Cuando Decca se negó, Redskins robaron las cintas originales y se las dieron al sello independiente Abstract, que se apresuró a lanzar el single y todos los beneficios fueron donados al ANC y los sindicatos de Sudáfrica. Para evitar cualquier disputa legal, el nombre del grupo no aparece en el disco. 

El sexto sencillo de Redskins, «The Power Is Yours«, una mirada abatida pero invicta de la huelga de los mineros, fue lanzado en febrero de 1986. El single también fue la primera pista de su único álbum Neither Washington Nor Moscow, que fue lanzado un mes después. El álbum puede considerarse como una grandes éxitos del grupo ya que entre las 11 pistas se incluyen los cinco singles editados anteriormente por Redskins.

En mayo de 1986 llega el single final: «It Can Be Done!«. La formación se separó a finales de 1986 después de una gira por Europa, ofreciendo su último concierto en Múnich, el 15 de septiembre. Redskins planearon tocar algunas actuaciones benéficas en diciembre como parte de sus conciertos de despedida pero éstos no se materializaron. Contrariamente a los rumores, no hubo división dentro del grupo. Chris Dean declaró que «se hizo cada vez más difícil ser miembro del SWP y de Redskins. El grupo estaba fuera de tiempo, desactualizado y fuera de sintonía con la realidad política de la Gran Bretaña de 1986. Nos estábamos volviendo más rock and roll que político«.

Tras la separación, Hewes trabajó como mensajero en moto antes de convertirse en profesor de música; Dean abandonó el SWP en 1988 antes de tomar una vida solitaria en París. Redskins, además de un buen puñado de excelentes singles y de un compromiso intachable, también dejaron atrás una deuda de 36.000 libras y su fantasía incumplida de la revolución. Sin embargo, otras bandas de la época se vieron influenciadas por su actitud y, junto a un buen puñado de seguidores, han conseguido que su memoria no quede en el olvido. Un buen ejemplo de ello fue Kortatu, cuyo Kolpez Kolpe está marcado por la banda inglesa con homenaje incluido en «Etxerat», donde revisan «It Can Be Done», pero también a otras bandas alineadas con la izquierda como The Burial, Skin-Deep o Red London. 

Fuentes:CondenadoFanzine y Adios Lili

Archive Redskins

web oficial redskins