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Birmania vive una jornada de huelga general en defensa de la democracia

El movimiento de desobediencia civil comenzó días después del levantamiento militar y continúa todavía, a pesar de la represión.

Birmania vive este lunes una jornada de huelga general que busca «parar completamente la economía» como rechazo al golpe de Estado, mientras continúa la brutal represión contra el enorme movimiento de oposición, con más de 50 muertos.

Hoy mismo dos personas murieron por disparos de la Policía durante una protesta en la ciudad birmana de Myitkyina, en una nueva jornada de movilizaciones contra la junta militar. Uno de los fallecidos recibió un disparo en la cabeza y el otro en el cuello después de que la Policía cargara contra los manifestantes, informó a Efe un testigo.

«Continuar con los negocios como de costumbre y retrasar una huelga general solo beneficiará a los militares mientras reprimen al pueblo de Birmania. Ahora es el momento de tomar acciones en defensa de nuestra democracia», apunta el comunicado de convocatoria, respaldada por 18 sindicatos. El movimiento de desobediencia civil, impulsado al principio por trabajadores sanitarios, comenzó días después del levantamiento militar y desde entonces no han parado hasta extenderse por todos los sectores y ha conseguido prácticamente parar la Administración.

«Los trabajadores de Birmania está preparados para tomar acciones que protejan la democracia y salven de la dictadura a las futuras generaciones», remarca el llamamiento que pide desde hoy «parar completamente la economía». Además de las huelgas los birmanos han salido en masa desde hace más de un mes de manera ininterrumpida para protestar contra la junta militar a pesar de una brutal respuesta de las fuerzas de seguridad.

Policías y soldados han reprimido con brutalidad a la disidencia y han llegado a disparar munición real contra los manifestantes pacíficos, causando la muerte de más de 50 ellos y centenares de heridos. Las autoridades también han lanzado gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras contra las protestas, además de detener a al menos 1.790 personas, incluidas 318 ya liberadas, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.

Los militares también han incrementado sus tácticas para intimidar a la población y los funcionarios, muchos de los cuales se han unido al movimiento de desobediencia, con redadas nocturnas y la ocupación por la fuerza de al menos seis hospitales en Rangún, la antigua capital y ciudad más poblada.

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